Después de un eterno y profundo silencio pronunció la palabra, mágica, bendita. Mi palabra, la nuestra, la secreta.
Pude ver sus labios pronunciándola en cámara lenta, como en una propaganda de shampoo. Miré a través del pequeño hueco que formaban sus labios al pronunciar la bocal abierta. Era un negro tan infinito que podría imaginar un mundo allí. Mi mundo.
Amé y deseé cada arruga de esos labios. Las conté y las volví a contar, una y otra vez.
Absorbí el color con mis ojos y los guardé en mi retina. Hice fuerza para no olvidarlo, para que mi mente no lo altere.
Cooooonnnnnnnnnnnnnccchhhaaaaaaaaa! esa era la palabra...
ResponderEliminarajajaja me gusto
un 10!!
jajajaaaa, no, no era esa, pero hasta puede que tenga que ver
ResponderEliminartodo tiene que ver